viernes, 25 de octubre de 2013

Bécquer, rimas.

        
           - IV -

No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre  
          habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
       palpiten encendidas;
mientras el sol las desgarradas nubes
      de fuego y oro vista;

mientras el aire en su regazo lleve
      perfumes y armonías;
mientras haya en el mundo primavera,
       ¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
       las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
       que al cálculo resista;

mientras la humanidad, siempre avanzando
      no sepa a do camina;
mientras haya un misterio para el hombre,
      ¡habrá poesía!

Mientras sintamos que se alegra el alma,
      sin que los labios rían;
mientras se llore sin que el llanto acuda
       a nublar la pupila;

mientras el corazón y la cabeza
       batallando prosigan;
mientras haya esperanzas y recuerdos,
      ¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
       los ojos que los miran;
mientras responda el labio suspirando
       al labio que suspira;

mientras sentirse puedan en un beso
       dos almas confundidas;
mientras exista una mujer hermosa
      ¡habrá poesía!


         
      
         - XIII -

 Tu pupila es azul, y cuando ríes
su claridad suave me recuerda
el trémulo fulgor de la mañana
      que en el mar se refleja.


   Tu pupila es azul, y cuando lloras
las transparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
      sobre una violeta.


   Tu pupila es azul, y si en su fondo
como un punto de luz radia una idea,
me parece en el cielo de la tarde
       ¡una perdida estrella!



              - XXI -

-¿Qué es poesía? -dices mientras clavas
      en mi pupila tu pupila azul-.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
      Poesía... eres tú.





       - XXIII -
Por una mirada, un mundo;
Por una sonrisa, un cielo;
por un beso... ¡yo no sé
qué te diera por un beso!




          - XXX -

Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto
y la frase en mis labios expiró.

   Yo voy por un comino, ella por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: «¿Por qué callé aquel día?»
Y ella dirá: «¿Por qué no lloré yo?»


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